Ese momento del año cuando mi cerebro comienza a darse cuenta de que la luz se irá
Esos días donde aparecen las nubes, el atardecer llega de golpe y corre una brisa fresca, y es que se viene el otoño y con él, ese famoso invierno. Es que jamás podré ser inviernista y no por elección sino por naturaleza. No sé, tal vez en mi mapa genético tengo algo de gato o roedor, bastante de oso o cualquier otro animal que necesite hibernar.
¡Tal cual! Hacerse bolita y con la panza llena, dormir hasta que el sol vuelva a brillar
Pero, aunque quisiera tener un pelaje tupido tendré que conformarme con mis mantitas, mi eterno amigo el guatero, chocolate caliente y el calor del fuego porque, aunque todo en mí me mande directo a una cueva a dormir por meses, ¡simplemente no puedo hacerlo!
El Trastorno Afectivo Estacional es una cosa bastante seria y como en la mayoría de los cuadros depresivos… voila, afecta más a las mujeres. Es que como si ya no tuviésemos suficiente con que lidiar, de pronto llega un ladrón de toda nuestra energía, ánimo, concentración y pasión que pareciera que se extinguió por arte de magia justo cuando el sol comienza a alejarse de nuestro radar.
Al comienzo de esta historia con el invierno, pensé que se debía a la herencia (que mucho de eso tiene que ver) o porque la gracia divina me mandó a vivir justo, justo a lugares donde tenía que ir al colegio en medio de la nieve y en zonas de tanta lluvia que a la primera cuadra de salir de casa ya estaba completamente mojada, o con ese frío que cala los huesos y que hace que te duela hasta el pelo.
Cuando comencé a vivir en una zona más templada noté un cambio absoluto en mi estado de ánimo que atribuí a otras circunstancias de la vida (y puede ser), pero qué ser más feliz con el calor de una ciudad que todos odian. Mientras los santiaguinos se freían en las calles del centro en pleno verano… ahí estaba yo, con mis vestidos amados, sonriéndole a la vida y agradeciendo cada rayo de sol y es que no podía estar más dichosa. ¿Acaso hay algo más exquisito que disfrutar de una terraza, hasta la madrugada y aún con el mismo vestidito liviano sin tener que abrigarte?
Okey, okey… esa loca fascinación por Santiago en verano se me pasó apenas me aclimaté y comencé a sudar como todos, pero el amor por el sol no me lo quitará nadie. Es que no es sólo amor, es dependencia, idolatría, necesidad… una relación simbiótica, del tipo comensalista porque aún no veo de qué se puede beneficiar el sol de mi pero la cosa es que lo amooooooooooo y lo necesito para sentirme bien.
La falta de luz y calor hacen un desastre en mi serotonina
Conocer más sobre el Trastorno Afectivo Estacional y sobre todo entender sus causas me ayudó a sanar o más bien a enfrentarlo a través de un tratamiento adecuado. Y es que no es fácil para tu entorno, para tu pareja, tus hijos, tus amigos, vivir con un ser que se quiere hacer bolita todo el tiempo que dura el invierno y tampoco es justo para ellos porque ¡Jelouuuuuuu! No somos animalitos que hibernan y nuestro mundo nos quiere ver brillar.
La vida no se va con los rayos del sol
El baile continúa y la vida sigue siendo hermosa a pesar de la oscuridad y aunque la serotonina se nos vaya al suelo (y para eso es importante el tratamiento médico), y aunque la vitamina D nos abandone (pues habrá que suplementarla), vayamos descubriendo esas cosas que tanto aman los inviernistas. Me han contado por ahí que aman el frío porque no sudan como caballos, bueno si, punto para ellos. Pero en mi caso de lo que más me enamoré fue del fuego. Jajajaja y como no. Buscando el sol en el fogón.
Esa luz brillante y ese calor exquisito… lo encontré en el fogón. Allí puedo disfrutar de la terraza, leer, jugar con los niños, disfrutar hasta las tantas de la noche al calor de esa hoguera. Lo mismo con la luz de las velas, que es lo primero que hago cuando amanece nublado. Hago algo muy parecido al cuarto de Tita y Pedro cuando pudieron al fin consumar su amor (Como Agua Para Chocolate de Laura Esquivel). ¡Es que el fuego es pura pasión!
Y así… utilizar todos lo recursos disponibles para disfrutar los días fríos, encender el horno y llenar la casa de olor a galletas de miel, comer muchos carbohidratos, enrollarse en una mantita y abrazar a tus amores y si tienes gatos, muchísimo mejor.
Que sea un bello otoño – invierno y si quieres conocer más sobre el Trastorno Afectivo Estacional te recomiendo leer más aquí y no dejes de consultar con un terapeuta y conversar con tu familia. Sanar es vital para ti y para quienes te rodean.
https://myhealth.ucsd.edu/Spanish/DiseasesConditions/Adult/85,P03848
BIEN, LO HE LEIDO JUNTO A MAMA CARMEN Y COMPARTIMOS ADEMAS ENTENDIMOS TU ESCRITO .. GRACIAS POR AHORA AENFRENTAR EL INVIERNOS BESOS DE PAPA Y MAMA
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