El Paseo de Marc Chagall, 1917. |
Nos pega una profunda crisis de salud mental y no deja de alarmarme la opinión de los expertos que con sus diagnósticos y cifras nos cuentan que el nivel global de depresión, estrés y ansiedad, sobre todo en nuestros adolescentes es preocupante. Es decir, vivimos con un profundo dolor y no puedo evitar la pregunta... ¿Qué está pasando con el mundo emocional?
Me aparece de inmediato la idea que, en gran medida, vivir con dolor se debe a una pérdida del sentido de la vida, darme cuenta de que mi alegría nunca estuvo en lograr objetivos materiales sino en tomar conciencia de lo que necesito, no sólo para lograr comodidades materiales sino vivir en plenitud con mis emociones.
Hay relaciones que destruyen y otras que salvan
Por eso observo a mi compañero de
vida y me hago nuevas preguntas: ¿Qué nos une? ¿Las metas materiales? ¿el
sentido de vida o un propósito compartido?
Parecen preguntas
complejas, pero me doy cuenta de que no lo son tanto, si tomo en cuenta que cada
uno de nosotros comprende la realidad de distinta manera y eso no debería ser
motivo de crisis en nuestra relación, sentir dolor o vivir en conflictos que no
sólo nos afectan a nosotros, sino que a nuestra familia.
Sin embargo, si ese dolor, esa tristeza, está presente en nuestras vidas decido abrazarlas y mirarlas de frente. Respetar el rol de estas emociones que me ponen en contacto con lo que necesito y me inspirarán para cambiar y acercarme a mi propósito de vida.
Veo que somos capaces de construir un amor generoso y compasivo
Observar al otro con ternura, empatía y respeto. Vivir
con pasión, fundirse en el otro, entendiendo a ese otro no sólo como la pareja,
sino también la familia, la comunidad, la naturaleza, todo lo que nos rodea.
También al servir a otros aparece el sentido de vida, el alma renace y con
ello, la alegría de vivir.
Creo que transformarse juntos en pareja
es posible, a través de la experiencia cotidiana que requiere de tiempo, calma,
empatía y amor. De conversaciones conscientes y reflexivas donde podamos
hacernos preguntas con relación a nuestra forma de vivir y lo que
queremos. Si lo que conservamos en nuestra vida cotidiana forma parte de
un libreto escrito por el legado cultural o lo estamos escribiendo desde la
libertad del propósito de vida de cada uno.
Es hermoso celebrar juntos lo que se va
transformando, observar compasivamente el compromiso con estos cambios,
renovarlos o abandonar lo que no nos hace sentido. Conversar y tomar juntos la
oportunidad que nos da cada momento de la vida, fluir en el misterio que es ese
legitimo otro y conectarnos con la gratitud del encuentro.
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